En el año 2006 el 1,8% de la población hondureña sufría el VIH/SIDA. En un país donde el 80% de la población se encuentra bajo el umbral de la pobreza, el estigma social hacia las personas infectadas ha provocado que muchas personas portadoras de esta enfermedad se encuentren en la actualidad en una situación de abandono familiar, marginación social y en muchos casos indigencia.
Por regla general, la mitad de las personas se infectan antes de cumplir 25 años, en relación, la edad en que el 20% de las jóvenes hondureñas tienen su primer embarazo es entre los 15 y 20 años. En Honduras la falta de educación con respecto al VIH/SIDA y la precariedad de los servicios de salud, tienen consecuencias dramáticas para los infectados cuya esperanza de vida sin medicamento antirretroviral es de 31 años. Sucumbir tan rápidamente ante la enfermedad, tiene un impacto sobre las familias, núcleo de la sociedad, al afectar a su entorno de vida más inmediato, la niñez y la juventud, donde el riesgo social se vuelve mayor al encontrarse en situación de orfandad, sus oportunidades se ven abruptamente disminuidas, sobre todo en las familias de escasos recursos económicos que no tienen ninguna posibilidad de prever opciones para menguar la situación que enfrentarán sus miembros más débiles ante la falta de sus padres. Se sabe que en Honduras el 75% de los casos de VIH/SIDA se concentran en zonas marginadas.
Niños, niñas y jóvenes víctimas de la pobreza y del VIH/SIDA se encuentran desprotegidos ante el estigma y la discriminación. Están expuestos al abandono escolar, el trabajo infantil, la explotación sexual y la vida en la calle y, así, a una mayor vulnerabilidad, a infectarse e infectar violentando gravemente sus derechos fundamentales y el de los demás. Se instalan en un circulo vicioso que los mantiene inmersos en la miseria.
Casa Zulema busca contribuir a menguar esta situación, representando una alternativa que ofrece a las personas que viven con el virus del VIH/SIDA la oportunidad de mejorar su calidad de vida, ofreciéndoles un albergue, donde reciben conocimientos que les permitan tener una mejor adherencia a su tratamiento antirretroviral, y acercándolos a grupos de auto apoyo y a Centros de Atención Integral, aumentando de esta forma su esperanza de vida, permitiéndoles del mismo modo reintegrarse familiar y socialmente. En casos extremos la casa representa el lugar donde pueden encontrar una muerte digna. Además se realizan actividades orientadas a la prevención de la propagación del virus y reducción del estigma social, concienciando a distintos grupos de la sociedad civil. Es de esta forma en la que nos hemos sumado a la lucha contra el VIH/SIDA.